Atenas pasó a ser una provincia romana tras la ocupación latina, sin embargo siempre mantuvo su prestigio como centro cultural de primer orden. Algo que apreciaron enormemente algunos emperadores, especialmente Adriano, quién fue un enamorado de la capital helena.

Son muchos los restos que quedan de las edificaciones que impulsó Adriano durante su gobierno, pero uno de los más impresionantes es la Biblioteca de Adriano, el mayor edificio público que hizo construir alrededor del año 132 d. C. este emperador en la ciudad.

La biblioteca de las cien columnas

Ése era el nombre con el que también se conocía. Se trata de una gran biblioteca de más de 120 metros de largo por poco más de 80 de ancho. Allí tenían cabida la biblioteca propiamente dicha, así como salas de lectura y archivos. Para imaginarnos su interior hay que recurrir a testimonios escritos históricos, que nos hablan de una fantástica decoración en piedras nobles y materiales preciosos entre los que no faltaba el oro.

Obviamente semejante riqueza se ha ido perdiendo con los expolios y el paso del tiempo, y hoy queda un conjunto arqueológico impresionante por sus dimensiones y el boato que se intuye, todo ello encajonado entre edificios de otras épocas como la mezquita Tzisdarakis de Monastiraki o la iglesia bizantina de los Santos Apóstoles de la Escaleras.

La Atenas Romana

La Biblioteca de Adriano es uno de los restos más espectaculares de los yacimientos de época romana que se conservan en Atenas. Todos ellos muy próximos entre sí, como la puerta de Atenea Arkegetis o la Torre de los Vientos integradas en el conjunto del Ágora Romana. Hay una entrada conjunta para visitarlos, y dado su carácter de ruinas, si no se es muy conocedor de la arqueología y de la historia, es recomendable hacer una visita guiada para disfrutar más del recorrido.

Si bien, hay una visita que ya es espectacular por sí misma. Se trata de los recorridos nocturnos que se programan durante los meses de verano. Si se tiene la fortuna de visitar Atenas durante una semana en la que hay luna llena, recorrer estos restos históricos a primeras horas de la noche con esa ambientación tan peculiar, son una experiencia muy gratificante. El turista sale de la Biblioteca de Adriano con una sensación plena de haber caminado por un recinto repleto de historia y único, y sale con ánimo de tomar un refresco en alguno de los bares del vecino barrio de Monastiraki, o simplemente seguir caminando por las laberínticas calles de Anafiotika situadas al otro lado de la Biblioteca.

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Escrito por Armando Cerra