En realidad el nombre completo de esta importante institución cultural belga y bruselense es Biblioteca Real, y ocupa una esquina de la Place de la Albertine, prácticamente a medio camino entre la Grand Place y la Place Royale.

La biblioteca

La biblioteca en sí, como institución, fue fundada en 1837, sin embargo hoy sus fondos ocupan un enorme edificio cuya construcción se inició en 1954 pero que no fue inaugurado hasta quince años más tarde. Lo que da una idea tanto del volumen de la construcción como de la enorme cantidad de documentos de todo tipo que se salvaguardan aquí.

Algunas cifras pueden servir para comprobarlo. Por ejemplo, aquí hay más de tres millones de libros impresos y más o menos medio millón de periódicos. Pero además los fondos de la Albertina también incluyen decenas de miles de manuscritos de diferentes épocas, también son más de 30.000 los libros catalogados como raros que se atesoran en sus archivos, así como unos tres mil incunables, unos 700.000 grabados tanto antiguos como modernos, miles de partituras originales de música, e incluso una importante colección de monedas.

Es decir, los fondos de la Albertina tienen un valor incalculable, y merece la pena darse un paseo por ella para ser consciente de su importancia. Si bien, los que más provecho sacan de esos tesoros son los estudiosos de todo el mundo que se acercan hasta aquí para continuar con sus trabajos de investigación.

Otros tesoros de la Albertina

Pero además de esos fondos bibliográficos, una vez que el turista asciende por la monumental escalinata de la Albertina y se adentra en su interior, se pueden apreciar otros de los tesoros que posee. Por ejemplo, se puede solicitar la visita a la Capilla de Nassau que hay en su interior, donde cuelgan tapices del siglo XVI.

Igualmente se puede caminar entre históricos libros miniados guardados en las vitrinas del Museo del Libro. Y junto a él se pueden visitar la reconstrucción de los estudios de trabajo de varios poetas belgas.

Y otro de los espacios musealizados de la Albertina es el que se dedica a servir como Museo de la Imprenta, donde se ven las arcaicas técnicas de impresión que se usaban en el siglo XVIII, y que invita a la reflexión sobre cómo han cambiado los medios en cuanto a la comunicación se refiere.

Por último, formando parte de la Biblioteca de la Albertina también hay que saber que aquí están los Archivos Generales del Reino, donde hay una exposición permanente sobre la historia del país, realizada a partir de la muestra de un par de centenares de documentos, alguno de ellos datado en el siglo IX.

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Escrito por Armando Cerra